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Arquitectos: Carrilho da Graça Arquitectos
- Área: 12 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Fernando Guerra | FG+SG, Rita Burmester
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Proveedores: Diasen, ECIL, Horácio Costa, O/M Light - Osvaldo Matos, Reynaers Aluminium, TPB
Piso elevado
En Lisboa, el barrio de Alfama, se construye como un anfiteatro que mira hacia el "Mar de paja". A los pies de la colina, en la llanura de los vertederos, se construye el puerto que contempla el terminal de cruceros que hace eco de la forma de la ciudad: un pequeño anfiteatro que aparentemente da la espalda al río y mira hacia la ciudad.
En la competencia internacional de 2010, este fue el proyecto más compacto. Se inserta, con el estacionamiento al aire libre y el tanque de marea, entre las paredes del antiguo muelle 'Jardim do Tabaco', que parece no tocar el suelo. El edificio ahora habita este tramo de la orilla junto a los árboles del parque. El espacio público se eleva, transformado en una terraza que sirve como punto de vista —topografía abstracta— entre el río y la ciudad, como un barco de transbordo que conecta y revela.
El programa de la terminal se encuentra bajo esta cubierta de terreno elevado: estacionamiento subterráneo conectado al estacionamiento del aire libre). En la planta baja la entrega, tramitación y reclamación de equipaje, mientras que en el nivel superior la sala de check-in, sala de espera, sala VIP, tiendas libres de impuestos y cafetería de acceso público.
Todos los espacios flexibles, como los del parque/Boulevard, permiten la evolución futura del terminal de cruceros, en cuanto a eventos de otra naturaleza que tienen lugar fuera d e su uso como estación marítima.
Este tipo de exoesqueleto, que rodea las áreas asignadas al programa de la terminal, se materializa con hormigón blanco estructural con corcho, una solución específicamente desarrollada para aligerar el peso del edificio, limitada por los cimientos preexistentes, derivado de un concepto de Carrilho da Graça originalmente diseñada para la Bienal de diseño de Lisboa, con una calidad háptica particular, y que se ilumina con la luz del sol reflejada en el estuario, la famosa "luz de Lisboa".
Prácticamente ciego a orillas del río, desde donde el edificio aparece como un discreto zoco pedregoso que se arruga por el lado de la ciudad, lo suficiente como para revelar sus puntos de acceso.
El volumen exterior media las relaciones visuales entre sus usuarios, el río y la ciudad: en un edificio que está casi siempre en movimiento —a lo largo de la pasarela, en las logias que dan acceso a los barcos o desde éstos para descender directamente a la ciudad, caminando en la azotea o en los accesos tangenciales a la fachada principal— la mirada vaga, cinematográficamente.
E la nave rimane.